Cuando muera esto se escuchará...

Gracias a Eliza que me iluminó mis orejitas con esta mujer que por andar de prisa no había escuchado con atención, grave error. La Peyroux.

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DEL OTRO LADO LA CALLE

Desde aquí todo puede verse más claro, pegada a un cristal puedo ver la mitad de esta pequeña ciudad, la mitad de todo. Calles como ríos de autos, personas diminutas, apenas sabría quien es mujer u hombre sólo por alguna sutileza al caminar.

Nada puedo contarte que no sepas de estas calles, a las tres de la tarde hay cambio de turno, los mismos borrachos de siempre a las ocho y a las once el silencio total.
En donde estás debe pasar lo mismo, si no para qué marcharse, no creo en esas ilusiones de un futuro mejor.

La semana pasada miraba de frente el cristal y me encontré con la inmovilidad abrupta, me inundaba la incertidumbre y las ganas de llorar. Atravese silenciosamente la pantalla transparente que me dividía, pero nada, hay que ser mucho más valiente de lo que se piensa para al menos sugerir tal acto de escapismo.

He querido renunciar a esta vigilia de calles por mucho tiempo, pero salir a almorzar con el resto de una oficina gris y perniciosa sería desfavorable, se me colmarían los ojos de tanto llanto.

Espero tengas lista la agarradera, el soporte de caída especifico para esta intención recurrente de salir corriendo sin tocar la escalera.