Escribir para niños es escribir para
adultos chaparritos
En la primera
edición de la FILEY, participé con una conferencia sobre literatura infantil,
el tema era: escribir para niños. En aquella ocasión, recuerdo que además
recibí la visita de los escritores Raúl Renán, a quien admiro y agradezco su
confianza en mis proyectos, y Fernando de la Cruz, amigo entrañable.
Francamente
nunca me ha gustado mucho la solemnidad en las presentaciones, conferencias y
demás eventos públicos, (a pesar de que en mi manera de escribir muchas veces
parece lo contrario) así que bajé del pódium y tomando una silla invité a los
asistentes a acercarse y formar un círculo en medio del salón lo cual nos ayudó
a adquirir una atmosfera de confianza entre todos.
El público
estaba conformado por mamás y abuelitas interesadas en que los pequeños leyeran
más o mejorarán su comprensión lectura en la escuela, ese no era el tema
específico, pero de ahí me arranqué para iniciar la que se convertiría de una
conferencia a una charla, permitiendo que las asistentes contarán su
experiencia al ser las principales lectoras y promotoras de lectura con los
pequeños.
En aquél entonces yo estaba a punto de encargar a mi hija, así que si
bien tenía toda la teoría posible sobre la lectura con los niños y de cómo
escribir para ellos, me faltaba la parte práctica que sólo una madre que lee
todos los días con su hijo puede conocer… lo que de verdad le gusta a un niño.
Una a una, las madres
sostenían que sus pequeños no estaban satisfechos ya con los cuentos clásicos,
no al menos como los escribieron y editaron hace muchos años. La forma de
resolver muchos de los conflictos de esos cuentos, no concuerda con la vida
cotidiana y muchos niños ven absurdos los enredos o dificultades que los héroes
o protagonistas enfrentan.
¿Por qué no le
llamó a su teléfono y le pregunto si ya sabía?, pudo mandarle un mensaje, ¿por
qué no buscó como resolver su problema en internet? Son cosas que un niño moderno
piensa ante los conflictos de los cuentos de antaño.
Y es que los
niños no son seres ingenuos que por su condición de juventud se creen todo lo
que uno les dice, por el contrario, cuando un niño pone su atención en algo,
por ejemplo la lectura de un cuento (o bien escucharlo si aún no sabe leer), se
mantiene siempre haciéndose preguntas, no con malicia, pero sí con todas la
necesidad de comprender la lógica de un universo (el del cuento) que no conoce
y que desea comprender, no en balde los cuentos son empleados en muchas
ocasiones para enseñar a los niños desde operaciones sencillas y cotidianas
como cepillarse los dientes, hasta asuntos emocionales complejos como el duelo
al perder un ser querido.
Así, suponer que
lo que desde nuestra perspectiva de adultos llenos de tabúes y prejuicios es lo
correcto para nombrarle el mundo a un niño, es suponer erróneamente, los niños
son tan inteligentes como un adulto, la diferencia es que ellos están
aprendiendo y conociendo, pero no son tontos, de tal forma que, un adulto
cualquiera acostumbrado a un modelo de normas y reglas, sería igual que un niño
si lo trasladamos a otra dimensión u otro planeta donde no conociera nada, evidentemente
este adulto no serìa tonto, sólo no comprendería su entorno, porque sería la primera vez que se
enfrentara a él. Para dejar más las cosas en claro, un niño no sabe que hablar
con extraños puede ser peligroso, hasta que un adulto le cuenta la historia de
Caperucita.
Hoy por hoy,
compruebo con mi hija que los bebés y los niños son igual de inteligentes que
nosotros, que tienen ya un temperamento, y que nuestra labor es conducirlos de
manera clara por el mundo explicándoles sin imponer. Escribir para niños
entonces, significa eso, escribir para adultos pequeñitos, sin dejar cabos
sueltos, sin asumir que no se darán cuenta de saltos injustificados en el
tiempo, y demás errores que queramos esconder bajo el argumento de que “no se
darán cuenta”, basta sólo con observar el rostro de un niño cuando escucha un
cuento, para intuir que está reproduciendo toda la historia en su cabeza como
una película en 3D. Si cometemos un error al escribirla, se va a notar cuando
el niño vea la pelicula en su mente.
Y no sólo los
escritores pueden crear historias para niños, mi madre, sin que nadie la
bautizara aún escritora, escribía en un cuaderno todos los días, para que al llegar
la noche me contará un capítulo más de lo que luego serìa su primera novela.
Por favor, no se
abstengan de hacer cuentos para sus pequeños, son indispensables para enter el mundo,
su mundo, y generan una conexión entre quien lo crea y a quien se lo narra, pero
no olviden esto: los niños son adultos pequeñitos.
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